Muchas veces surgen en nuestras consultas inquietudes y sensaciones de malestar acerca de cuestiones cotidianas. Compañeros de trabajo, amistades o vínculos amorosos, entran en escena y arman situaciones que se repiten y aquejan. Nombrar estas tensiones, ponerlas en palabras, empieza a dar claridad y nitidez a eso que solo venía por medio del sufrimiento.
Es por eso que apostamos a traducir en palabras el malestar, que a veces lo cargamos en el cuerpo por medio de dolores, en el humor o en la angustia. Hablar y ser escuchados en un espacio libre de prejuicios ayuda también a liberar la creatividad y a reconectarnos con nuestros vínculos. Poder entender nuestras elecciones también nos orienta a qué caminos seguir y cuáles limitar.
Este trabajo tiene tiempos singulares y cada persona va dándole su propio ritmo. Nos parece interesante señalar que el producto de este proceso arma sentidos, futuros posibles, lazos con el deseo. Las escenas que antes aparecían sin salida, van cobrando otro valor y movimiento. Vemos en esta vía una forma más saludable de estar en el mundo.
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