Muchas veces decimos «estoy ansioso por algo» y eso puede querer decir que tenemos muchas ganas de que algo ocurra. O todo lo contrario.
Es una palabra que está en un borde entre ¿las ganas y el miedo?
De cualquier modo es algo que nos inquieta.
Que nos mueve.
Nos saca de la comodidad.
Nos puede impulsar o paralizar.
¿Cómo abordarla?
Si queremos cancelarla, ignorarla, quizás nos perdamos de lo que esa ansiedad nos viene a decir.
La ansiedad nos sirve para prepararnos para algo que se avecina y que nos produce fuertes emociones. Hay veces que es una anticipación, como antes de un examen. Otras veces es un estado general difícil de asociar a algo. En la medida en que le ponemos palabras, lo asociamos a algo, podemos darle un curso a toda esa energía que de otro modo se acumula y muchas veces estalla en malestares diversos, como pueden ser palpitaciones, dolores físicos, etc.
Desde el momento en el que tenemos la capacidad de anticipar algo que puede ocurrir, es posible que nos sintamos ansiosos. Eso significa que la carga emocional de un acontecimiento nos afecta antes de que este ocurra. Es un mecanismo que puede servir para preparar el cuerpo para lo que se viene. Comenzar a elaborar las emociones que el evento nos genera con más tiempo, para que cuando ocurra, toda esa carga afectiva no nos anule.
Existen situaciones en las que no logramos darle un curso saludable a toda esa carga emocional y entonces la ansiedad se vuelve excesiva o generalizada. Puede que nos impida o dificulte desarrollar nuestras actividades cotidianas, trabajar o que afecte el vínculo con otras personas. Los síntomas pueden variar de una persona a otra. Malestares físicos, dolores, problemas para dormir, mareos, dificultad para concentrarse, sensación de nerviosismo, preocupación extrema o pensamientos irracionales, son algunas de las manifestaciones posibles.
Si el malestar que sufrimos no está en relación a una situación concreta en la que es esperable estar un poco ansiosos, o si los síntomas persisten en el tiempo, es recomendable realizar una consulta.
El trabajo será tratar de entender de qué se trata eso que nos pasa para poder darle el tratamiento más adecuado, siempre apuntando a lo que causa el malestar y no solo a acallar el modo que tiene nuestro cuerpo de anoticiarnos de lo que no anda bien.
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